Cuando una persona se siente físicamente mal, es fácil determinar cuando hay que acudir con un médico, tal vez sean por los síntomas que uno presenta, por la dificultad para algunas actividades, en fin, hay una serie de elementos tanto internos como externos que nos ayudan a determinar si es necesario ir con un médico o si es un malestar pasajero que el cuerpo sabrá cómo superarlo sin ayuda extra, pero, te has preguntado ¿cómo es que puedes identificar en qué momento es necesario acudir con un especialista de la salud mental?
El tema tiene sus dificultades, y el principal es que el malestar emocional es de índole subjetivo y si bien existen pruebas para determinar el nivel de malestar y dar un indicador de si necesitamos ayuda profesional, es poco común encontrar pruebas de validez y confiabilidad en lugares ajenos a la salud mental, y en ocasiones uno puede fiarse por falsa información que ve en internet o en revistas, en otras palabras, «no, el test de la revista no es valido para saber si sufres de algún malestar emocional».

La desinformación en este tema ha hecho estragos significativos, en México se esta previendo que en unos años la depresión y la ansiedad será el principal factor de incapacidad, eso da a pensar un poco más sobre qué esta ocurriendo y las dificultades a las cuales nos enfrentamos cuando se habla de salud mental.
Es por eso que el equipo de PsicoVida se da a la tarea de intentar acercar información a las personas sobre malestares y síntomas que si bien son subjetivos no significa que no nos hagan daño. El sufrimiento emocional duele y en ocasiones es algo que a pesar de estar sanos físicamente no alcanza para poder seguir viviendo, es decir, sin el deseo de vivir o de seguir adelante poco sirve estar sanos.
Puntos clave para saber si es necesario acudir con un psicólogo.
Si en algún momento te identificas con alguno de estos puntos valdría la pena acercarse con un especialista de la salud mental:
- Estar triste constantemente, con una sensación de cansancio a pesar de haber descansado, con sentimientos de indiferencia a las personas, al trabajo o escuela y actividades de las cuales antes disfrutabas.
- Estar constantemente angustiado, a tal grado que no te permite realizar tus actividades de forma normal, llegando a cometer equivocaciones constantes.
- Un miedo constante a que te va a ocurrir algo y ansiedad constante.
- Pensamientos recurrentes que no te dejan en paz, como lo son los celos, preocupaciones a cosas irrelevantes de las cuales te mete en problemas con las personas que te rodean.
- Problemas constantes con la pareja a tal grado que son más los ratos de discusiones que los de bienestar.
- Problemas con los hábitos de la comida, cuidar excesivamente y ser inflexible a la hora de elegir qué comer, vómito después de comer o privación de la comida por largos períodos, una preocupación excesiva con el cuerpo y el peso.
- No poder controlar los impulsos y dejarse llevar por ellos, ponerse en constante peligro físico, tomar desiciones importantes o cruciales y tomarlas sin darle la importancia.
- No poder lidiar con la crítica u opiniones de los demás, ponerse a la defensiva e incluso llegar a ser agresivos.
- Dificultad para socializar, a un punto que no te permite desarrollarte bien en la escuela o en el trabajo.
- Dudas sobre la orientación e identificación sexual, o dificultades para aceptarlo por situaciones sociales o familiares.
- Estar constantemente agresivo con las personas e incluso en situaciones sin importancia, estar envueltos en peleas físicas recurrentemente.
- Consumo constante de alcohol o drogas, y te ha llevado a problemas económicos, familiares o con autoridades.
- Temas de infidelidad, a un punto que esté provocando problemas con la familia o sea una conducta difícil de cambiar.
Si te has identificado con algún punto te invitamos que nos contactes y hagas una cita. Permítenos acompañarte.